domingo, 9 de febrero de 2014

Qué bien me sientas

No te imaginas cuanto me aburren los domingos sin contar lunares en tu espalda. Me he comprado un mapa astral y ni con esas; parece mentira que incluso a oscuras pudieses tener tanta luz –o yo tantas ganas de convertirte en luciérnaga aunque no fuese así. Ya sabes que me asusta la oscuridad y me encantan las excusas. Como pedirte en voz baja después de hacerme la dura que te quedes diez minutos más, y tu cara en el espejo a las seis de la mañana, con los ojos a medio abrir y la sonrisa ya puesta. Qué bien te sienta que te quiera a ratos. Y a mí que me desordenes la vida.

Me pido para siempre matarte de hambre en los desayunos a besos, y el ser la envidia del mundo por recibir todos los tuyos. A eso siempre te dejaré que ganes, porque no soy lo suficientemente cabezota como para negarme a ello. Te prometo que para mantenerlo trataré cada segundo de hacerlo tan especial como pueda. Gritar más en silencio y hablar más con los ojos aunque tú no lo entiendas, pero seas capaz de sentirlo y a mí con eso me valga – porque sé que descifrar esos jeroglíficos es la excusa perfecta para que te quedes un día más. Escribir poesías sobre el compás al que se mueve tu pecho y bailar un vals con cada aliento. Y no contártelo nunca, pero decirte mientras duermes que eres la historia más bonita que podría haber escrito con los pies. Y que tú al saberlo sonrías. Qué bien te sienta (que te quiera a ratos). Y a mí que me desordenes la vida.

Que me valgas todos los días incluso ganando peso y que la única costura que tenga valor de destrozarse sea la de la comisura de nuestros labios de tanto reírnos. En el fondo es buena idea, yo sé remendarlas a besos. Tener para siempre como comodín en los días malos reordenar los puntos cardinales de tu cuerpo para no perder jamás el norte y que tú midas centímetro a centímetro mis piernas cada vez que creo no estar a la altura.  Qué bien te sienta que te quiera a ratos. Y a mí que me desordenes la vida.


Qué bien me sientas.

domingo, 2 de febrero de 2014

Febrero (II)

Te miro a los ojos y me das tan poco miedo que me asusta la posibilidad de haber llenado este hueco de mí, tan vacío de ti incluso teniéndote al lado.
Ya te esperaba -o mejor dicho, te he estado desesperando si es que eso significa rezar porque no volvieses- aunque no creía que fueses a aparecer tan pronto ni a ponerte tan guapo. Llegas con flores violetas y ya te sientas dejándome de regalo el primer domingo -y esta vez estás más generoso que nunca, al parecer- sabiendo que no podía salir de casa.
Hemos cambiado bastante desde la última vez que nos vimos. Tú tan frío como de costumbre y yo al parecer más cómoda, para que cojas confianza, que estar escondido en el roto de mi falda no me salva de tener que enfrentarme a ti. Ahora me río, porque en el fondo fuiste una buena excusa para cambiarle el nombre a todos mis miedos y mirar hacia otro lado aunque luego yo cayese en la misma dirección. Posiblemente por eso estemos distintos -y ya no distantes; mi rosa de los vientos ha encontrado el norte, tú has llegado porque tenías que llegar, y yo ya no te busco un sentido.

Puede que en realidad eso sí me de algo de miedo. El perder una musa y quizás así una causa de poder contar otra vez lo de las flores, o de perderme a mí, de nuevo, entre un millón de palabras. Aunque no lo creo. No necesitas disfraz de heroína para tener un millón de yonkis, aunque sé que con esta te basta por la cantidad de folios que llena.

No sabía decirte con certeza si te he echado de menos, aunque ahora que estás aquí de nuevo colándote entre mis costillas me reconforta. El haberme acostumbrado ya a tu aliento en la nuca al despertarme, o cómo bailas entre mi pelo cada mañana al saludarte. Sí tenía ganas de que volvieses, pero solo por saber que me había desnudado las ocasiones suficientes como para que cuando me dieses la mano no fueras capaz de congelarme. Y si es cuestión de música ya ni siquiera nos tocamos. Aunque en el fondo es una suerte; siempre terminábamos hundidos.

Bienvenido, febrero, llevaba tiempo esperándote.