sábado, 22 de junio de 2013

Big bang

Todo lo dicho era meramente insustancial.
A veces, la cabeza y las tripas entran en conflicto por culpa del miedo y hablamos del revés. Me di cuenta entonces de que con algunas personas por mucho que se diga y se exponga en voz alta, se acaba encontrando la verdad en los momentos en que está callada por lo que me contaba su sonrisa o la manera de mirar. Eso era conocer a alguien, abrir los ojos bien cada vez que el otro andaba y prestar atención a cada uno de sus pasos cuando no estaba pensando, dándote cuenta de que todo lo que creías no saber lo tenías justo delante, y que hay cosas que por mucho que intentemos, no se pueden explicar.
Nos empeñamos en preguntar continuamente para que se nos haga saber y así poder decidir tranquilos, aunque siempre llega el día. El día en que se han dicho tantas cosas que optas por quedarte callado y de pronto una mirada se cruza. Se introduce en ti, te hace temblar y te asusta, y sin embargo y a pesar de todo ello ves que las cosas empiezan a cobrar sentido porque sin querer, dos universos distintos han chocado y eres capaz de comprender esa simbiosis.
Y justo cuando te das el golpe, en ese preciso instante de vértigo, te das cuenta de que en la vida es mucho más importante encontrar personas con quien compartir silencios, y no palabras.


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