lunes, 29 de noviembre de 2010

La verdad es que llevo ya un tiempo sentada en este acantilado mirando la caída libre.
Supongo que todos conocéis la sensación del viento soplando en tu oído. Aquí arriba ese viento me habla, no tengo más compañía. Jamás me ha molestado. Es más, creer que había alguien allí detrás susurrándome lo que yo quería escuchar me confortaba. Pasó todo aquél invierno y jamás dejó de acariciarme y regalarme escalofríos. Me hacía sentir tan viva...
El tiempo pasa para todos, hasta para aquellas sensaciones. Llegó el verano de pronto y se llevó aquellas ráfagas de mi propia existencia. Desaparecieron y se esfumaron sin despedirse.
A pesar de lucir siempre, aquél sol no calentaba. Era sencillamente una luz que no me dejaba ver. Sólo alumbraba mi pena, que me acercaba más a aquél pozo del cual yo quería huír.
Una noche, de pronto, escuché una voz. Era de nuevo el viento, para acompañarme. No me contó nada, sencillamente dijo: "La luz que tu necesitas, no te la dará esta oscuridad".
No entendí cómo ni por qué, pero volvió a irse. Desde entonces no he vuelto a verlo...

Tras dos años frente a este mar eterno llamado vida creo que voy comprendiendo poco a poco lo que quiso decirme. Vivimos buscando siempre una perfección de un instante pasado. La compañía de algo que creemos que permanecerá eternamente.
El camino no es el que te marcan, sino el que tú a base de arrastrar tu espada cargada de lecciones, consigues abrir cueste lo que cueste.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Amar y mentir.


No se trataba para nada de un edén. Eran infiernos vestidos de sonrisas.
Palabras enmascaradas dispuestas a destruír.
Aún así le encantaba saber que por mucho que aquellos cielos no estubiesen escritos para ella era capaz de rozarlos con los dedos a instantes.
El tiempo no perdonó ni entendió de culpables. No tuvo piedad al robarle sonrisas ni al hacer que su corazón latiese más deprisa. Éste se limitó a recoger ilusiones y guardarlas en un caja de recuerdos.
Jamás supo recuperar la cordura ni borrar el pasado. De hecho cada detalle se ocupó de recordarle que la herida seguía allí dispuesta a sangrar.
Era una niña enamorada de palabras, ¿cómo iba a olvidarlas, si su camino se alimentaba de ellas?
Lentamente, sin cesar, aprendió a no ilusionarse. A intentar ser de hielo.
No pudo. ¿Qué criatura inmunda es aquella que no siente?
Su intento de borrar las ilusiones terminó en fallo... en tinta sobre papeles olvidados.

Es importante saber que de un te quiero no nace siempre un sentimiento. Un día un sabio me dijo que la razón siempre la tenían las mariposas del estómago... y así es.
No escuchéis jamás. No prometáis.El hombre que ama no necesita palabras para decirlo todo.
Y es que con el tiempo se aprende que una mirada, una caricia o un acto, valen más que un universo de promesas.

martes, 2 de noviembre de 2010

WaiTrust.

Nacemos creyendo, nos hacen creer. Mitos, patrañas varias. Miedos enjaulados.

Crecemos aprendiendo, cambiando. Gozando de la libertad de ser quienes queremos o quienes creemos.

Nos caemos, levantamos. Aquél que dijo que era fácil y maravilloso se equivocó. Es frágil y camino frondoso.

No se si sabrán, pero yo he vivido poco. No lo suficiente como para poder juzgar vidas. Pero a su misma vez, creo tener suficiente criterio como para poder lanzar un grito al mundo. Cuando empezamos a caminar caemos y seguimos queriendo levantar hasta poder mantenernos en pie. Cuando conocemos a alguien empezamos a creer, a esperar, a confiar.

En ocasiones, debo decir que hay suerte. Encuentras personas que tienen dulce corazón, otras que no tanto. Aún así siguen contigo. De estas 10, en años van desapareciendo de cinco en cinco, quedándote limitadamente solo en tu propia oscuridad.

Sólo queda el tiempo, esperar a que llegue alguien en quién confiar para volver a caer y morderle la cola al pez de nuevo.

El mejor remedio para no sufrir, es creer en uno mismo, no esperar nada de nadie, almenos si éste no te ha demostrado con creces que creería en tí hasta cuando la posibilidades fuesen bajo cero.

Gracias a aquél que me ha pisado, me ha hecho crecer más fuerte. Gracias al que ha creído en mí, sigue a mi lado, téngalo seguro. Gracias al que me abandona un poco más cada día, no guardaré rencor alguno, sólo recuerdo.

Brindemos por los que quedan, sin llorar por los que marchan.