lunes, 13 de septiembre de 2010


New york, 1869.

No sé de que me sorprendo. Ya llevamos más de un año enviándonos palabras de lado a lado del mundo. De corazón a corazón. Aún recuerdo los primeros meses, cuándo todo era nuevo, teníamos mil aventuras que vivir, mil cosas que contar. Todo soñado sobre papel e imaginado sobre realidades. Paradójico. ¿Real? Quién sabe...
Hace ya un tiempo que noto que no eres capaz de decirme nada. Que me escribes, pero tu tinta ya no me desgarra el alma. Tus labios no me besan mientras te leo. Sencillamente hablas sin tener nada que decir.
Entiendo que New York y Sidney no tengan nada que ver. No te culpo. Pero tú también prometiste empezar esta partida sin hacer trampas, y después de olvidar las normas me pediste por favor que yo las tuviese en cuenta.

La reglas eran simples, ¿Recuerdas? El juego se basa en sentir...

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